Este año el Monumento ha tenido como tema este texto del profeta Jeremías y el texto del lavatorio de los pies.
«Anda, baja al taller del alfarero, que allí te comunicaré mi palabra». Bajé al taller del alfarero, que en aquel momento estaba trabajando en el torno. Cuando le salía mal una vasija de barro que estaba torneando (como suele ocurrir al alfarero que trabaja con barro), volvía a hacer otra vasija, tal como a él le parecía. (Jer 18, 2-4).
El Señor en el Sagrario es el alfarero que trabaja el barro, la materia de la que somos creados. Una obra de arte única, irrepetible.
Un barro que se resquebraja por culpa del pecado. Pero un barro recreado por ese alfarero que nos perdona, cuya misericordia es eterna.
El torno, el Sagrario en el asiento del alfarero, la pella de barro, los trozos rotos, el cacharro nuevo, el agua para moldear. La Eucaristía y el lavatorio de los pies.
Que nos sintamos recreados por ese Alfarero que nos ama eternamente.